El secuestro quizás sea uno de los más viles atropellos contra la dignidad humana que se puedan cometer. Un tercero, o grupo de ellos, aprovechándose de una posición de poder o de contar con la fuerza o los recursos necesarios para ello, priva de su libertad a una persona o grupo de ellas.
En la Venezuela de hoy asistimos justamente a un secuestro a dos bandas por parte de quienes poseen, por una parte, los recursos del Estado y los cargos de Poder Público, y por el otro, quienes utilizando su poder mediático y control de la opinión pública, se han apropiado de la llamada oposición al régimen castro-chavista.Estos dos factores, régimen y “oposición”, se complementan en su tarea de copar todos los espacios y escenarios de la vida pública, impidiendo que nuevos protagonistas irrumpan en dicho escenario e intenten romper la manipulación que a favor de sus intereses particulares estos llevan a cabo.
Una sociedad rota, desarticulada, sin instituciones ni organización civil de ningún tipo, buscando la manera de sobrevivir día a día en un ambiente de violencia extrema. Un gobierno cuyo único objetivo es destruir todo lo que encuentra a su paso sustituyéndolo por un esquema de anarquía, caos y mediocridad. Una dirigencia que se dice opositora pero que no asume las aspiraciones de la gente a la cual dice representar. Dispuesta a pactar, a negociar, a sentarse en la mesa con el régimen con tal de conservar lo que descaradamente denominan “sus espacios”. Un secuestro, en fin, de un país al completo en el que una buena parte de sus ciudadanos cayeron víctimas hace tiempo del famoso “Síndrome de Estocolmo”, en el cual los secuestrados terminan por aceptar mansamente dicha condición y establecen vínculos estrechos con sus captores.
No hay vigencia del Estado de Derecho, se encarcela ilegalmente a quienes se rebelan contra este secuestro, el sistema de identificación ciudadana y por consiguiente el padrón electoral, son cualquier cosa menos fiables y fidedignos, todos los procesos electorales realizados desde el año 2004 están viciados de nulidad y señalados como irregulares por la OEA, la UE e innumerables organismos veedores nacionales e internacionales. Pero no importa, los secuestradores han decidido montar un nuevo circo para el próximo mes de noviembre, y los secuestrados pasando por alto sus penurias cotidianas y sus problemas reales caminan docilmente hacia una nueva burla contra su dignidad ciudadana.<
Venezuela se hunde, se separa cada vez más del resto de países latinoamericanos que hoy transitan hacia la modernidad y el desarrollo. La gallina de los huevos de oro, PDVSA, única y exclusiva fuente de ingresos para el país se desmorona segundo a segundo mientras régimen y “oposición” discuten las bufonescas candidaturas que impondrán a los secuestrados.
¿Hasta cuando los venezolanos soportaremos tanta burla, tanto atropello, tanto desprecio por parte de quienes se dicen nuestros dirigentes?
Un secuestro puede terminar de tres maneras:
El secuestrador obtiene el pago del rescate y libera a sus rehenes.
Los rehenes se rebelan y eliminan al secuestrador.
Un tercero interviene, generalmente de forma violenta, y termina con la situación de secuestro.
¿Cual de las tres ocurrirá en Venezuela?
Rafael Eduardo Martínez Narváez