Reportaje original Publicado El País semanal el Domingo 18/4/2010. «Caracas, una guerra sin nombre»
La capital de Venezuela se ha convertido en una de las ciudades más violentas de América Latina. Hasta 127 homicidios anuales por cada 100.000 habitantes. Millones de armas en los barrios. Bandas, venganzas, familias destruidas. Un trágico panorama para el que no es fácil encontrar explicaciones ni respuestas.
Caracas es una ciudad sangrante. De sus edificios brotan ríos de sangre, de sus montañas brotan ríos de sangre, de sus casas brotan ríos de sangre. La sangre fluye por sus calles y avenidas, forma un caudaloso torrente que tiñe de rojo el asfalto y traza un peculiar camino, por donde no sólo los cuerpos, sino la ciudad toda y sus ciudadanos se diluyen y se desdibujan.
«Entre 1998 y 2008, caracas ha pasado de 63 a 127 homicidios por 100.000 habitantes»
«La violencia que se vive en las calles de la ciudad de Caracas fluye por todos los intersticios de su entramado social», explica Nelson Garrido, fotógrafo venezolano, premio Nacional de Artes Plásticas, que aborda desde hace años la violencia como fenómeno de orden estético y social. «Se trata de una violencia capilar que regularmente pretende ocultarse a través de los pliegues cosmopolitas de una pretendida utopía de ciudad moderna. En Venezuela, particularmente en la ciudad de Caracas, vivimos ahogados por múltiples formas de violencia: violencia política, violencia de género, violencia intrafamiliar, violencia social, violencia económica. Y estas manifestaciones de la violencia rigen y condicionan nuestras vidas. Nosotros como sociedad no podemos seguir apelando a esconder y ocultar esta situación. Su ocultamiento no es sino una forma depurada y cínica que utiliza la propia violencia, sea cual sea y venga de donde venga, para continuar con sus prácticas de aniquilamiento de los modos de convivencia».
La violencia en América Latina en la actualidad se identifica como un fenómeno esencialmente urbano, asociado a las grandes ciudades. Desde hace aproximadamente dos décadas, en el caso particular de la ciudad de Caracas, la tasa de homicidios comenzó a generar señales de alarma. Y en los últimos diez años su incremento ha resultado notable.